
Con mi “bording pass” en mano y una pequeña mochila colgada de mi hombro derecho voy camino al control de seguridad en el flamante aeropuerto trujillano. Mi curiosidad hace que me detenga en una pequeña tienda de celulares, justo antes de pasar el control, donde veo al vendedor flanqueado por 2 jóvenes extranjeros. Les calculo unos 19 ó 20 años. Vestidos con pantalón negro, correa, camisa blanca de manga corta con un bolsillo en el lado izquierdo del pecho y una corbata de rayas en tonos azules. Obviamente se trata de un uniforme, aunque las corbatas eran diferentes, se veían casi iguales. Llevan el pelo corto y bastante engominado. Además cargan una mochila en ambos hombros. Colgado del bolsillo de la camisa tienen una especie de placa de acrílico con sus datos grabados en ella, parecido a lo que llevan los que atienden en los restaurantes de comida rápida pero algo más grande. Allí se puede leer claramente su apellido precedido por la palabra “Elder”. Elder Scott y Elder Ruiz. Escucho que están hablando sobre diversos temas, como religión, creencias, orígenes, políticas, costumbres, etc. Los “Elders” iban manejando la conversación con la técnica in crescendo, comenzando con temas más banales, cotidianos, de amigos, hasta poco a poco ir entrando con la carnecita, preguntándole a David (así se llamaba el vendedor de celulares) sobre su “Fe”. David no era ningún cojudo, se daba perfectamente cuenta de la situación y de cuál era la verdadera intención de ese par de gringos. De esa manera él también iba manejando la conversación y esquivaba las balas haciendo algunas preguntas para demostrar algunos visos de interés. Además también les iba mostrando los últimos modelos de celulares que tenia para ofrecer, uno nunca sabe cuando se puede hacer una venta. Seguramente ese mismo pensamiento paseaba por la mente de aquellos dos perfectamente acicalados extranjeros. Ellos le contaban al amigo David sobre sus experiencias, de cómo han viajado por todo el mundo gracias a la congregación a la que pertenecen. Claro, pintarle a un muchacho provinciano el mundo de esa manera puede ser bastante tentador por cierto, pero que parte del cuento no te dicen. ¿Qué sacrificios debes hacer? ¿Qué hábitos debes cambiar? ¿Conocer elmundo a costa de qué? ¿Qué dice la letra chiquita? Pero bien, en ese intento de deslumbrar, David parecía poco interesado, y el replicaba preguntando sobre si ellos creían en extraterrestres. O mas bien la pregunta era que decía su religión sobre la vida en otros planetas. Ya los ponía en aprietos a estos obstinados muchachos. Trataban de improvisar alguna respuesta, pero al parecer no prestaron mucha atención a ese capítulo de su libro y ya quedaba en evidencia que no tenían todas las respuestas, como te hacen creer. Sin embargo ellos seguían arremetiendo y ya traban de sacarle el teléfono y su dirección, para así poder seguir ajochando y cercando cada vez más al pobre David.

Escucho por el altavoz del magnífico aeropuerto trujillano que mi vuelo está a punto de partir. En eso momento ya tenía bastante claro lo que venía sucediendo dentro de esa pequeña tienda: Dos miembros del sistema de ventas multinivel de la iglesia de Jesucristo de los santos de los últimos días tratando de vender su membrecía a un joven trujillano. Para que lo entiendan, dos Mormones misioneros haciendo proselitismo (Elder se le denomina o todos los jóvenes Mormones mayores de 18 años que tiene la autoridad, el poder y el deber de enseñar, bendecir, bautizar, en nombre de su Iglesia).
¿Que se ha creído esta gente, que estamos en la época de la conquista? Ya tuvimos suficiente con los españoles que nos trajeron tamaño regalito llamado Iglesia Católica. Si bien los mormones no te matan si no te quieres convertir pero sí que joden y joden a más no poder. Yo solo espero que a David no lo sigan jodiendo las decenas de mormones que pasan a diario por el glorioso aeropuerto de Trujillo. Espero que siga creyendo en lo que él quiera creer, y si algún día cambia de creencia sea por voluntad propia y no por el hostigamiento de un par de mongoles que se sienten dueños de la verdad.
Allá cada quien que quiera creer lo que quiera. Si los mormones creen que hace un par de siglos un ángel le reveló a su profeta Joseph Smith (el nombre es casi casi como decir Juan Quispe) la verdad sobre Jesús escritas en unas planchas de oro, allá ellos. No tengo nada en contra. Pero sí me parece despreciable que vayan por el mundo buscando víctimas para hacerles crees su cuento. Cada quien tiene derecho a creerse el cuento que quiera, ya sea la Biblia, Darwin o La Habichuela Mágica. Pero de allí a tratar de conseguir más adeptos utilizando tácticas algo dudosas y poco sensatas ya se convierte en un atentado contra la libertad.