Tu vida es
el centro del universo. Imposible discutirlo, y hasta cierto punto, esa idea es
necesaria para sobrevivir en este mundo. Tu conciencia, tu mente, tu alma, o
como prefieras llamar a eso que te hace ser tu', al fin y al cabo no es más que
una intrincada comunicación entre tu cerebro y el mundo fuera de él. Pero lo
interesante es esto: todo lo que experimentas como realidad, y que con el
tiempo va influyendo en ti, es una ilusión. Sé que esto puede sonar como
retorica mística, de esa que tanto escapo, pero no lo es; son hechos racionales
y que tienen explicación:
La
experiencia del “self” con el exterior no es directa. Los
sentidos humanos (los cinco sentidos conocidos, sumados a los menos populares como son la
termocepción, nocicepción, propiocepción y equilibriocepción) funcionan como
ventanas para conectar el mundo externo y nuestro “self”. No existe otro modo
de conectarnos con la llamada realidad exterior. Pero lo interesante es que
estas ventanas no ejercen una comunicación directa con nuestro cerebro, y por
lo tanto con nuestra mente. Todas estas ventanas (la única excepción es el
olfato que conecta con el cerebro sin intermediarios) , antes de llegar a nuestros cerebros, por
decirlo de algún modo, deben atravesar pasadizos con múltiples desembocaduras
de otros pasadizos, donde estos estímulos e información recogida por nuestros
sentidos, se termina codificando para su posterior lectura en el cerebro, mezclándose
entre ellos y finalmente
alterándose unos a otros para finalmente ser recogidos por nuestra mente; hay
muchos intermediarios entre el mundo exterior y la construcción final de lo que
‘vemos’ como realidad.Por lo tanto, esa realidad que uno finalmente experimenta y nos hace ser quienes somos, es toda, literalmente, una ilusión construida por nuestra mente, utilizando información externa interpretada, como ladrillos. La realidad que percibimos es totalmente una construcción mental.
Si
entendieron la idea, será inevitable asustarse un poquito, pero sobre todo,
asombrarse que nada es “obvio” en el
mundo. Y a mí, sin duda, me refuerza la idea de que todo debe ser cuestionado usando
la razón.