Mujer Hilandera (Amor Invisible)

Peinaba las calles de Barcelona en busca de trabajo, cuando pasé frente a una jugería y decidí entrar para dejar mi CV. Me atendió una linda chica que de unos 20 años, con una sonrisa que me cautivó. Ya había olvidado para que había entrado a la juguería. Todas las frutas comentaban nuestro encuentro. Ami rompió la magia que me envolvía llamando a su hermano, dueño del local, para que converse con él. Cuando le iba a entregar el folder donde llevaba mis documentos, me dijo: -“No, no necesito ver eso, solo te voy a hacer una pregunta”
Yo me sentía en una entrevista para la gerencia de una compañía de seguros, en esas que te hacen preguntas con respuestas obvias que no se ven. No entendía que tanto había que filosofar para meter unos cubos de fruta a una licuadora y apretar un botón, pero bueno, si el quería preguntar, yo estaba dispuesto a contestar, si eso iba hacer que yo pueda trabajar todos los días junto a su linda hermanita.
“Estas manejando en una carretera a mitad de la noche y de pronto comienza una lluvia torrencial. Pasas por un cruce peatonal y vez en una esquina a 3 personas paradas bajo la lluvia:
1.- Una mujer con 9 meses de embarazo a punto de dar a luz.
2.- El doctor que en el pasado te salvo la vida.
3.- La Mujer de tu vida.
Tu carro es un carro deportivo que sólo entran 2 personas. Tienes que escoger a una de esas tres. ¿A quién escoges?”
No me demoré en responder ni medio segundo, fue tan rápido que el dueño pensó que ya me habían hecho antes la misma pregunta. El hecho fue que mi respuesta lo impresionó. Fue justamente la respuesta que había estado esperando. “Sabes trabajar en equipo, quiero que trabajes conmigo” me dijo.
Yo no podía estar más feliz, había encontrado trabajo y a la mujer de mi vida en el mismo día y en el mismo lugar. Esa misma tarde, cuando me enteré que Ami estaba sólo de visita, y que esa noche regresaba a su natal Praga, Renuncié.

--- 0 ---

Entré a una librería para hacer tiempo antes de entrar a al cine. Por lo general cuando hago eso, primero leo los títulos de los libros que están en la entrada, es decir los estrenos o los más vendidos. De los títulos que me parecen interesantes leo las reseñas de las contratapas. Y de las reseñas que me parecen interesantes, me memorizo el titulo de libro para cuando vuelva a comprar libros, me lo compre, eso si es que me acuerdo del título. Luego hago lo propio con la mesa de autores nacionales. De allí me paso a los libros de cocina, a ver si ha salido alguna de estas ediciones “pimpeadas” de cocinas regionales, o algo por el estilo. Termino mi recorrido por la sección de autoayuda. En medio de este último trayecto me topé con una mesa que presentaba una edición de lujo de “El Principito”. Era una edición de tapa dura, que venía dentro de un estuche y con unas ilustraciones bravazas. Me detuve allí y comencé a ojearlo recordando algunos de sus pasajes. Mientras hacía eso, me percato que a mi costado había una chica, bastante linda, haciendo lo mismo que yo. La miré, y cuando ella me miró, volteé la mirada y volví inmediatamente al libro. Ya no pude seguir leyendo más, me hacia el que leía, pero en realidad mi cabeza empezó a dar mil vueltas. No supe que hacer, quería hablarle pero no sabía que decirle, era una situación bastante particular, pero me había impactado tanto que no supe cómo reaccionar. Cuando volteé de nuevo para tratar de decirle algo, aunque sea lo más estúpido del mundo, ella ya no estaba. Tiré el libro y me di una vuelta a paso ligero por la librería para encontrarla pero nada, ya era demasiado tarde. Salí a la calle y nada. Mi Princesita, la mujer de mi vida, se había esfumado. Yo la había dejado ir.

--- 0 ---

No soy muy fanático de las discotecas del sur, pero luego de una forma bastante peculiar de tomar decisiones entre 4 amigos, hicimos escala en el kilometro 97 antes de llegar a nuestro destino final: Cerro Azul.
Era relativamente temprano para lo que normalmente se acostumbra ir a una de esas discotecas, pero como no teníamos nada que hacer, y además nos encontramos con un pata que nos dio pases libres hasta cierta hora, decidimos entrar a calentar motores.
El lugar estaba casi vacío. La música estaba andando, y la poca gente que había, trataba de disimular su incomodidad de estar tan temprano en un lugar. A esa hora estaba bastante inhóspito (cri… cri… bolas de paja rodando, etc.)
Después de cómo tres vueltas a todo el local, me ubiqué en una de las esquinas de la barra y me pedí un pisco en las rocas (es un imponderable).
Cuando estaba por dar el último trago de mi pisco convertido prácticamente en hielo derretido sentí una ráfaga de viento con olor a mujer. Cuando me percaté vi una chica caída en el resbaladizo piso de la discoteca. Lo primero que hice fue levantarla por la cintura y preguntarle si estaba. Ella solo atino a abrazarme y con una voz entrecortada me dijo: -“Que roche”. Yo la seguí abrazando y consolando, diciéndole que lo del roche era lo de menos, que nadie la había visto, que lo importante era que estaba bien y que no había sido más que un susto. Apoyó su cabeza en mi hombro mientras trataba de recomponerse. En ese momento yo pensaba que había encontrado a la madre de mis hijos.
Le ofrecí invitarle un trago, un agua sin gas, hasta una coca cola, pero ella no aceptó. Me des-abrazó, me agradeció la gentileza, y sin más, como una gacela siguió su camino.
Yo me quedé en la misma esquina embobado, sin poder reaccionar, así como cayó, se fue.
Me pedí otro pisco en las rocas, me lo tomé de un solo sorbo haciendo la mueca correspondiente, salí de la discoteca para buscar a mis amigos y enrumbar hacia nuestro destino original: Cerro Azul.

--- 0 ---