Aguja

Mis venas se llenan de placer líquido. Ellas me guían al escape perfecto. A hurtadillas pasó irreconocible hacia el reino del algodón. Nada duele, nada raspa. Un rio de amor hace su camino entremezclado con mi sangre y yo siento esta carrera entre mi propia ánima parda y este efluvio de felicidad. Con ansías espero la gran llegada.

En cuestión de segundos, siento un golpe, un remezón. Como el  de una pluma acariciando mi  cerebro, amordazándolo. Secuestrado en mi felicidad.

Ganó el placer líquido. Entonces mis ojos sobran, no los necesito. Se cierran.

Mi lengua, ese apéndice inutil, intenta coordinar sus movimientos con mi paladar, pero se rinde al instante, es buena perdedora.

Mi olfato se envalentona. Mis fosas nasales se abren de par en par como ventanas, dejando entrar la brisa marina mas fresca jamas experimentada. Mi cabeza se inunda de aire absolutamente impoluto deformando la estructura de mi craneo. Me convierto en un globo aerostático.

Pero la levedad aún no es total. Lentamente mis músculos se laxan, pierden su tono natural y se estacionan en estado flácido. Mejor, eso ayuda a eliminar pesos innecesarios para el vuelo.

 

Me veo a lo lejos, hechado en mi cama. Desde arriba me veo extraño, con los ojos entreabiertos y la comisura de los labios asimétrica. Relajado sería una buena definición. Pero al acercarme un tanto, noto el entrecejo corrugado. Algo anda mal. O mejor dicho, algo no anda tan bien. Me acerco aún más a mi, me tomo del brazo y me elevo muy cerca al techo. Me dejo flotar, me dejo libre. Poco a poco los valles del entrecejo se convierten en llanuras, los ojos entreabiertos se clausuran del todo. Placer.

Un segundo, un minuto, una hora, mil horas....quien sabe. Ya no me veo. Ahora veo desde dentro mio. Miro al techo, buscándome. Quiero estar ahí de nuevo. No me encuentro. La angustia aparece. Trato de calmarme, pero hay algo que no me deja. Es ese maldito latido en mi cabeza. Ha vuelto, no me deja. Duele.Duele.Duele.Duele.

Tan cerca de querer vivir pegado al techo siempre, tan cerca.

Tan seguro de querer vivir alejado de ese latido punzante, tan seguro.

Me voy a dormir (si es que puedo)