Si partimos desde las premisas populares que inundan las historias de este tipo, podemos capturar y de algún modo, sumergirnos en la fantasía nutritiva que son las supersticiones y consejos de abuela.
Aquella noche, tan común y tan corriente como todas las otras; donde tras una específica cantidad de horas de brillo solar- cantidad variable según la ubicación en el globo en que uno se encuentre-, aparece sin pedir permiso (por algo es el rey de los astros) un velo de sombra multicolor, partiendo de amarillos y anaranjados, pasando por rosas, rojos, púrpuras y finalmente un brillante negro moteado por lamparines suspendidos en su infinito. Pero así como todas las noches se repiten una tras otra, casi sin variación, de vez en cuando alguien se apiada del sopor general de este ciclo para exaltarnos con algún evento, llamémosle, inusual.
Y esta anomalía nocturna se cruzó con mi habitual insomnio. Concluyo, en este inicio de mi escrito, que pequé de romántico. No es secreto que la capa grisácea de nuestra emo-ciudad es un laberinto sin salida para los tontos que acostumbramos, cuando el ánimo es preciso, mirar en busca de alguna estrella que se revele ante la dictadura de este techo de algodón. Pero bueno, ese detalle no hace más que agigantar mi experiencia que a continuación describiré.Asomo mis narices por el cuadrado de la pared. Busco nada en particular, pero busco algo. Primero, como digno primate que soy, agacho la mirada y veo la ciudad llena de zombis (vivir en un piso 16 le da sentido al enunciado). Más de lo mismo. Gracias a mis cervicales elásticas alzo la mirada sin la intención de encontrar alguna musa de poema, y ahí es cuando ocurre lo que en tantos sueños de crío viví: Una luz; nada habitual en mi memoria, nada habitual en mi cielo. No es una estrella… las estrellas no se mueven así. Tampoco es un avión… los aviones vuelan distinto. Superman y el capitán cavernícola no tienen faroles colgados según recuerdo. Entonces… ¿Qué es?

Indefectiblemente me debato entre lo obvio y lo que parece obvio. Me paralizo cuando la luz se hace verde. Tengo que aceptarlo. No me queda opción. Mi arsenal de (escazas) explicaciones se me va agotando y solo me quedó murmurar: OVNI.
La pierna derecha se me adormece, pero mi cerebro está hipnotizado por la inquieta luz. No puede ser un OVNI, me repito. Mis últimas defensas ante lo inexplicable salen y me salvan de una catástrofe interior: Es un objeto volador no identificado por mi.
Cerré la cortina y me fui a dormir como todo un maricón pero consecuente con mi ignorancia.
3 comentarios:
En serio viste un platillo volador? jaja
to tb quiero!
eso me paso a mí.. una vez, cuando me levante igual como a la 1 o 2 am.. y la luz era brillante pero se movia hacia la derecha e izquierda.. tmabien me dió miedo e igual me fuí a dormir.. cosas que pasan.. al menos no paso de eso no? buen post!!
Hola Ojitos!
Gracias
En realidad mi mariconada fue el no querer aceptar que era algo inexplicable.
le tomaste foto??
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