Lo primero que se me viene a la
mente cuando pienso en un raviol es que su origen es italiano, es cuadrado, está
relleno de carne, se cocina en agua hirviendo y luego se baña con una salsa
roja. Sin embargo el origen italiano puede ser discutido, y es que tal vez Marco
Polo cuando llevó los tallarines a la bota transformó el wantán en raviol. Además
en casi todas las culturas podemos encontrar preparaciones parecidas, con una u
otra variante. Desde el Cáucaso hasta Escandinavia pasando por Europa del este,
Asia, Europa e incluso América. Algunos dicen que hasta la papa rellena puede
considerarse una especie de raviol, ya que su definición puede ser tan amplia
como decir que es una masa (de harina, de papa, etc) con un relleno. En genovés
“raviolo” significa pliegue, de allí la categoría. Y es así que encontramos
ravioles de distintas formas que los italianos han sabido nombrar como los
capeletis, tortelinis, sorrentinos e incluso los canelones. Y si hablamos de la
masa que envuelve al relleno podríamos quedarnos horas imaginando distintas
variantes, desde el tipo de harina que se use, si es que se le agrega algún puré
para darle color y sabor o utilizar algún otro elemento para prepararla como tubérculos,
granos, u otros tipos de harinas. Ni que decir de los rellenos, la imaginación nos
puede llevar más lejos aun. Alguna vez preparé unos ravioles con masa de
chocolate, rellenos de queso ricota con naranja y con una crema ligera de queso
andino. Otra vez fui anfitrión de una “mafia party” y como buena mafia tenía
que ser italiana (lamento si alguien se siente ofendido por el prejuicio), allí
serví como snack unos ravioles fritos. Así que la forma de prepararlos puede
variar también y no solo limitarse a hervirlos o ponerlos al vapor, se pueden freír,
hacer al horno, gratinar y porque no ponerlos sobre una parrilla. Las empanadas
no son otra cosa que un raviolón al horno o frito. Para mí una de las mejores
versiones de ravioles son los que preparaban mis abuelas: los vereniques (o vareniques,
se puede sustituir la primera “e” por una “a” indistintamente, también se pueden
pronunciar vareiniquies). Son típicos de Europa Oriental, Polonia, Rumania,
etc. Hay de dos tipos: rellenos de papa, que son en forma de media luna y
servidos con harta cebollita frita bien dorada y caramelizada y rellenos de
queso, que tienen su punto de dulzor, son redondos y por lo general se
acompañan con crema de leche. Lo mejor de los vereniques es que por lo
trabajoso de la preparación se suelen hacer en grandes cantidades (además la
familia es grande y no puede faltar) y por lo general siempre sobran, así que
al día siguiente los tiras a una sartén con un poquito de aceite y lo doras por
ambas caras. No hay placer más sublime que el sabor de las manos de tu abuela
en un vereniquee dorado del día siguiente. Algo de cierto debe tener la conexión
italiana de la “Nona” con la “Yidishe Mame” y es que puede ser que los ravioles
y los vereniques lleven una carga genética única. ¿La mafia italiana también tendrá
vínculos con la mafia judía?
Después de haber investigado
tanto al raviol y haber realizado una investigación minuciosa y fidedigna al
respecto (gracias wikipedia), pienso que las personas somos como ravioles. Todos
tenemos envolturas distintas, y por más que nuestro relleno sea una deliciosa
mezcla de tripas y chanfainita, estos son también distintos. De allí viene el
famoso cliché que se le suele decir a los feos y feas: “Lo que importa es lo de
adentro”. ¿Qué prefieres, un raviol con
una masa preparada con harina orgánica de la campiña de Turín, aceite de oliva
extra virgen, agua de manantial y huevos de granja, relleno con un poco de
pasto, o una modesta lamina de masa wantán que compraste por 5 lucas el paquete
de 100 en el mercado de Jesús María, pero rechoncho con una ambrosia bien taipá?
Ahora si eres feo o fea y estás relleno de puro pasto, pégate un tiro peluca.
Arrivederci, ci vediamo dopo.
1 comentario:
Ta que malo!!!
Estoy a punto de meterme un tiro por tu culpa. Cuando salga en el periodico te sentiras culpable! ;)
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