El jardín de las delicias

Ayer viví en carne propia lo que creo Hieronymus Bosch (El Bosco) quiso transmitir en su gran obra instalada en el Prado de España (extrapolando el tema religioso o de fe bíblica). Fue un día muy intenso, pero más que eso marcado por una gran cantidad de eventos y emociones de todas las categorías imaginables. Hechos vánales y trascendentes. Enseñanzas de vida y nimiedades. Risa y llanto. Vida y muerte. Regresiones, reediciones y aprendizajes. No estoy seguro si esto ha sido un anticipo a las navidades (siempre en plural) dándole un significado que para mí no tiene (si leyeron y esta peluca hace un año ya saben que odio las navidades), y como diciendo, ojo, no crees en esta fecha y la odias pero aun así puedes darle un significado, el que tú quieras, o en realidad simplemente fue un día mas en mi vida, aunque bastante especial por cierto. (Me inclino más por esto último).

Mi día empezó en un cementerio. Tuve que dejar corriendo las canchas de tenis para darme una ducha, cambiarme, y acompañar a un amigo en su dolor. No es la primera vez que asisto a un entierro y no será la última (a esta última están todos invitados, aunque estoy considerando seriamente la cremación), pero para mí ha sido el entierro más emotivo al que he asistido. Fueron las palabras que se pronunciaron. La intensión de algunos llantos, las amistades llegadas desde Holanda, algunas risas muy importantes, y por sobre todo la enseñanza de no prejuzgar, del impacto y de la huella que sin saber uno deja en esta vida y se hace más visible cuando nos vamos, los legados, la amistad, el abrazo, la compañía, la actitud de vida y como es que pese a todo y sin importar las dificultades y los problemas y los defectos y los impedimentos esa es la actitud que te va a acompañar por siempre, y está en nosotros escoger como queremos que sea. Antes de salir me di un tiempo para visitar a la Flaca.

Después de haber vivido la amistad tan de cerca, en la tarde me encuentro con la otra cara. Esa amistad endeble, en tensión, en conflicto y sin explicación alguna. Un amigo de toda la vida que te saluda indiferente sin explicación aparente. Te deja desconcertado. ¿Qué hice? ¿Te hice daño? Las preguntas comienzan rápidamente a hacer su trabajo pero las respuestas no aparecen. Pienso simplemente que el otro no entiende nada y que algún capricho infantil y algún rollo no resuelto en su terapia generaron este impase. En fin, “sos vos, no yo” y a otra cosa mariposa. Cada quien tiene derecho a guardar su mierda y dosificarla como mejor le parezca. Yo me quedo con las amistades sentidas y NO con las veletas pasajeras que poco conoces de lealtad, porque el viento siempre cambia de dirección.

Algo más reconfortante es celebrar la vida, y que mejor que un picnic en un parque con vista al mar. Variopinto y masivo. Cumpleaños de una gran amiga. Hace tiempo que no veía tantas chispas, pero de las buenas. Ella era una chispita mariposa feliz y contenta. Emocionada y entregada. Una gran anfitriona. Además me reencontré con un amigo que no veía hace años. Su historia: parecida a la mía. Mientras me iba contando sus travesías por Europa y su búsqueda personal, no podía dejar de pensar en mi propia experiencia. Fue como encontrarme conmigo mismo pero visto desde afuera, con perspectiva.

Me reencuentro también con una parte de mi familia. Están de visita en lima después de 8 años. Son esos primos queridos que la distancia permite que los encuentros sean mágicos y esconde las diferencias. Como si fuera una luna de miel. En todo caso se aprecia y es reconfortante. Además es como conectar con mis antepasados, ir recorriendo el camino hacia arriba hasta llegar a nuestro punto en común. Curiosamente desde la sala una foto de nuestros bisabuelos nos da la razón. Salgo a tomarme unos piscos con el que hace 8 años era un niño regordete y pelucón (es de los nuestros), pero que ahora ya puede tomar alcohol legalmente, al menos en el Perú, porque en un natal Seattle todavía tiene que esperar un par de años para poder hacerlo. Pero en la familia no todos los encuentros son así de simpáticos. También tuve un encuentro indeseado. Tal vez no lo veía algo menos de 8 años, pero esta era una ausencia voluntaria. Había decidido desentenderme de este espécimen en defensa de mi salud psíquica. Si bien a la familia se le debe apoyar y soportar más que a otra cosa todo tiene un límite. Y cuando entendí que debía priorizar mi salud mental por sobre la solidaridad familiar, dándome cuenta que era un caso perdido, así lo hice. Y claro, con el dolor y sufrimiento de una perdida, pero no porque yo lo haya deseado, quien sabe por qué, tal vez decisión de los astros.

Si bien no celebro Navidad soy consciente que vivo en una sociedad que si lo hace, y en tal sentido trato de relacionarme con cariño con algunas personas dándoles un saludo navideño. Fue así que me comuniqué con mi ex jefa, un año después de haber terminado mi relación laboral, y fue muy bonito escuchar sus palabras de aprecio y cariño. Es rico un masajito al ego. También tomé contacto con mi ex compañera de viaje. Las ondas telefónicas acercan mucho. En la noche me encontré de casualidad con varios amigos y amigas de la vida, esos que no tienes sus teléfonos pero que cuando los ves te das un fuerte abrazo, un beso, y terminas intercambiando números.

Para cerrar el día bajando el telón (o mas bien quien sabe abriéndolo) leo la confesión de una persona muy querida que ya tiene su bording pass en la mano, y entiendo de que se trata la vida. Estar tranquilo. Amar todo lo que uno haga. La Amistad. La Familia. El Humor y la Risa. Y finalmente, donde creo esta toda la sabiduría, construir a mano un jardín maravilloso. Amén.