Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

12.7.10

Olga y su vida bajo tierra (primera parte)

Viejito, pásame mis pantuflas porfavor - gruñó Olga con gesto adusto- que con estas caderas, que más parecen de tiza que de hueso, no me puedo ni mover.
Ya habían pasado tres meses desde el accidente, la cirugía había sido un éxito según los doctores, pero los suplicios que la mantenían casi inmóvil durante gran parte de sus largos días, decían todo lo contrario.
Rubén, no exento de los achaque propios de la edad (ambos tenían setenta años), se había convertido en un enfermero a tiempo completo; en las mañanas la bañaba, le ayudaba a cambiarse, le cocinaba, le asistía en las poco decorosas, y para Olga pudorosas, funciones corporales. Lo hacía con amor, y por momentos hasta agradecía al cielo, no sin antes sentir algo de culpa, por el accidente de su mujer, ya que desde que se retiró de su trabajo de contador había sido incapaz de encontrar actividad alguna que lo haya hecho sentirse útil, y a pesar de la calamidad sufrida por Olga al caer de las escaleras, se sentía con renovadas fuerzas para abocar lo que quedaba de su vida a cuidar de su amada.
Ella, como es de esperar ante los sentimientos de dependencia absoluta, cayó en una melancolía bastante amarga. Recordaba como hacía poco tiempo nada más, caminaba interminables cuadras solo por el placer de hacerlo. Recorría la larga y polvorienta avenida principal del pueblo, saludando a cuanto conocido se cruzara . Y no basta decir que no eran pocos los saludos que recibía en este pueblo donde si no se conocía a alguién era por los estragos del Alzheimer.
Todas estas memorias revueltas, y matizadas con esa peculiaridad que tienen los recuerdos de convertirse en radiantes espejismos de la propia vida, la hundieron cada vez más adentro de aquel pozo melancólico donde naufragaba sin tierra a la vista.
Y es que la bruma espesa que a veces se posa en las vistas en momentos de oscuridad, impiden la percepción real de los acontecimientos, pero eso Olga ya lo sabía; esto era distinto. Aquí no había un después ni un alivio futuro. Aquí no valían las palabras de ánimo ni los intentos por alegrar la minusvalía temporal. Aquí solo quedaban palabras, muchas veces sin ser pronunciadas, de consuelo y convivir a la espera de ese final que Olga intensamente deseaba.
- Al fin viviré sin dolor- se decía.

Pasó mucho tiempo, y el final no llegó. Olga, completamente inerte, llamó a su mimoso marido y tomando unas cortas bocandas de aire se preparó y le dijo:
- viejito, ¿tú me quieres?
- si viejita, ya lo sabes. ¿Porqué me preguntas esto?
- viejito, necesito que me hagas un último favor. Te la has pasado años atendiéndome lavándome de mis porpias podredumbres con un amor nunca antes visto. Pero necesito este último favor....
- lo que sea viejita- susurro con los ojos húmedos a la espera de lo que oiría.
- viejito, ya no puedo más aquí arriba. Los dolores, la vergüenza. No puedo más. Quiero que me entierres. Pero quiero que me entierres viva...- En ese momento los ojos de Rubén se abrieron como soles ardientes, impactados por la escalofriante petición de su esposa.
- Pero mujer! Estás tu loca!? Que clase de favor es ese! Estás enloqueciendo. Si mi amor. Es el dolor que te hace delirar, pero no te preocupes que ahora llamó de nuevo al doctor para que te ponga otra inyección para el dolor. No demoro...solo esperame un rato más... - dijo casi corriendo hacia la puerta en busca del médico del pueblo.
-No!! Rubén, escúchame porfavor... solo un minuto.- El hombre la miró a los ojos buscando locura en ellos, pero los contemplaba, y no podía descubrir ningún rastro de demencia en ellos, seguían siendo los ojos lúcidos y serenos que conocía tan bien. Se sentó al borde de la cama prestándose a oirla.
- Rubén, tú me conoces y sabes que esto no es vida para mi. Soy una carga demandante, he vuelto a tener un año de vida pero por desgracia cada día retrocederé y requeriré más atención... y eso solo terminará por agotarte y con seguridad terminarás como yo. Y si eso sucediera... ¿Quién te va a cuidar? Tú siempre dijiste que uno debe saber cuando retirarse, y ha llegado mi momento. Debo retirarme para no hacerte daño. - Rubén se acomodó los lentes y respondió - si te entiendo Olga. Pero enterrarte viva...  no tiene sentido... es una locura!
- Yo no quiero morir aún Rubén. Pero sé que de todos modos me queda poco, tan solo quiero evitar llevarte conmigo a este infierno. Por eso quiero que me entierres viva, donde viviré un tiempo más y no habrá forma de que alguién se detenga para ayudarme o limpiarme. Necesito ese favor si me amas como dices...
Rubén no pudo contener las lágrimas y salió.

A la mañana siguiente apareció con una pala y determinación en las pupilas.
                                                                  
                                                                                                                       CONTINUARÁ...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me enganche

espero ansioso la segunda parte.

Taly dijo...

Eres un capo Salito
No sabia que tambien escribias

te felicito de corzon un besote

Taly

Anónimo dijo...

ta buena oe tunche pastrulo, metele vampiros para un toque mas dark