Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

29.12.10

El día que conocí a Shaneequa

El mes que ya casi termina me la pasé de gira con mi banda por una cantidad considerable de ciudades, pueblos y caceríos del hemisferio norte. Los resultados de dicha gira, a priori, fueron positivos. Hubo de todo un poco y de mucho no tanto. Pero bueno. En una mañana ociosa en medio de un temporal glaseado -que me enjauló en el hotel debido a mi incapacidad para competir contra el frio hipnotizante- transito por el edificio en busca de algo que hacer. Cuando pasan pocos minutos comprendo que ese día pasaría a ser uno de esos que pasan y no dejan nada. De esos parecidos al tránsito de una ciudad, que suman horas pero restan vida. Bueno, de esos. – Leeré para variar- me dije. De regreso al 303, noto la puerta entreabierta. Reconfirmo. Sí… mi cuarto es este. Me pongo en semialerta. Parpadeo y vuelvo a mi estado basal. Estoy en un hotel. La chica de la limpieza. Sin duda sería un día de tránsito y nada más.

Entro al cuarto y me encuentro con una mujer de unos 45 años, negra, gorda como un hipopótamo y con los dientes más grandes y blancos que vi.

Hello le digo en concordancia con mi localización geográfica. Good morning me responde mostrando sus lustrosospremolares y molares. Muy amablemente me informa que aún le faltan diez minutos para terminar de acicalar mi caos. Yo, un poco a la defensiva, le respondo que no se preocupe, que no la apuro. Como es mi costumbre le pregunto su nombre. Responde algo como Shaneequa. That´s a nice name replico. Suelta una carcajada que solo las mujeres de su porte pueden manejar. Pasan unos minutos de silencio. Shaneequa está, por lo que oigo, con una escobilla en el baño tarareando una del Soul Train. Me busca conversación. Le cuento de donde soy, que hago, en especial que hago en ese hotel en medio de territorio yanquee. Cada treinta segundos asoma su cabeza por la puerta del baño para responderme haciendo contacto visual, sabía conversar. Me cae bien Shaneequa. Ahora empiezo a preguntar yo. Siempre he estado mucho más cómodo escuchando y preguntando que hablando y respondiendo. Shaneequa nació en el Bronx. Su mamá era adicta al crack. Nunca conoció a su papá. Eran ocho hermanos y ella es la número cinco. Aunque me aclaró un par de veces que a dos de ellos no los considera hermanos porque aparentemente se portaron bastante mal con ella. Cito: ¨Those pieces of shit…. I hope they die and go to fuckin hell¨. Dudo un poco si no me estoy pasando de preguntón, pero me atrevo y le cuestiono de donde sale tanto odio. Shaneeka sale del baño, deja su escobilla en su carrito de limpieza, me mira muy seria y se sienta en un sillón frente a mi. Creo que ahora si la cagué. Que coño hago preguntándole a la chica de la limpieza sobre sus asuntos familiares. Solo por estar aburrido no puedo ser tan confianzudo. La miro y espero un sacudón. Pero no llega. Se sonríe. Me empieza a contar como fue crecer en un ghetto del Bronx. Como fue crecer sin padre y con una madre ausente y abusiva. Como fue crecer siendo violada por dos de sus hermanos durante cinco años. Como fue crecer no teniendo a nadie a quien decirle lo que le pasaba. Me lo contó con orgullo. Como me imagino un sobreviviente cuenta sus tragedias y como las superó. Por momentos sonreía. Yo no dejaba de oir. A los 16 años dejó Nueva York y se escapó de ese infierno, pero como no sabía que la vida no era necesariamente una caldera, se metió a otro. Fue prostituta por diez años. No lo dijo con vergüenza. Me miraba a los ojos algo desafiante. De nuevo; era una sobreviviente y tenía el derecho a sentirse orgullosa. Yo solo oía. Me contó como era abusada por su proxeneta y como tuvo que escapar nuevamente de más abusos. Se enamoró de un ex cliente. Se casaron. Dejó la prostitución y tiene 3 hijos. Me dijo que era feliz y que su esposo trabaja como mecánico en una fábrica cerca al hotel. Yo solo la miraba y oía. Se quedó en silencio unos segundos con la mirada al techo. Me mira, comparte conmigo su inmensa sonrisa y me dice: ¨I have to finish the bathroom¨.

Parece que esas 24 horas de vacio, que sin duda pasarían al olvido se convirtieron en el día en que conocí a Shaneequa.

19.12.10

Querido Papanuel

Yo nunca te he pedido que me traigas nada ni te he llenado tu correo con cartas pueriles con caligrafía inteligible, básicamente porque no creía en ti. Hoy te vi sentado junto a un hermoso árbol lleno de cajas envueltas en papel de regalo y me di cuenta que eras tú de verdad. Además te vi tan atento y risueño con los niños que se sentaban en tus faldas que me dije a mi mismo: - “como he sido tan estúpido de no creer en ti por tantos años”. Ahora me doy cuenta lo tonta que es la gente que no cree en ti, a ellos les digo que vayan a Wong para que se convenzan, que te toquen y vean que eres realidad (¿donde he escuchado antes esa frase?). Quiero pedirles perdón a mis padres por desconfiar de ellos cada vez que me contaban cuentos del viejito panzón que venía cargado de regalos del polo norte. Perdón Papá por increparte en aquella navidad del 86, cuando te tiré el jugo del pavo en la corbata porque pensé que habías sido tú el que dejó las huellas con talco por toda la casa, cuando ahora me doy cuenta que en realidad habían sido huellas de nieve de las mismísimas botas San Nicolás. A todos mis amigos del colegio que por años les restregué en sus caras su credulidad, también les pido que me perdonen por haber sido tan soberbio. Si a alguno de ustedes le maté la ilusión de la navidad alguna vez, mil disculpas, y ahora les envío los mejores deseos cargados de paz y de amor en estas épocas navideñas tan lindas. Épocas en las que el espíritu navideño me da las fuerzas y la paciencia para soportar el incremente del trafico limeño y por ende la repotenciación del caos. Épocas hermosas en las que el consumismo nos embarga, y nuestras deudas se alegran al mismo tiempo que se multiplican geométricamente, por estas ganas (¿Obligación?) de regalar a todos los seres queridos. Épocas en las que el recibo de luz se triplica, gracias a las encandilantes lucecitas que por millardos inundan la ciudad y nos dilatan las pupilas de esquina a esquina. Que hermosa es la Navidad, que hermoso es el espíritu que nos hermana y nos convierte en una masa homogénea, prácticamente poseída. Pero nada importa en estas épocas, porque no hay nada más rico que estar en la playita con una buena taza de chocolate caliente y un nutritivo panetón con mantequilla. No haya nada mejor que una fresca cena baja en grasa y carbohidratos. Pero bueno mi querido Santa, no te quiero seguir aburriendo con mi entusiasmo y voy directo al núcleo. Voy a escribir mi cartita “wordperfect” para que me entiendas cada punto y coma y te la voy a dejar debajo de mi almohada (es que no tengo chimenea para colgar mi media, estoy seguro que el Ratoncito Pérez te puede explicar exacto como encontrarla). En realidad por ser el primer año que te pido algo, no espero que me lo traigas tan rápido, seguro que te vas a demorar un poco encontrando mi dirección (Godofredo García 224 interior “B”, el timbre que no dice nada), pero no importa, yo soy paciente y sabré comprender cualquier demora. Eso sí, cuando me traigas mis regalos, espero que te ciñas tal cual a mi lista, no quiero que me hagas ningún cambiazo de modelo o que me traigas la versión made in china. Ten en consideración que nunca te he pedido nada, así que pórtate bien. Aquí voy.

Quiero una chompa de lana verde y roja, tejida a mano, con cuello Jorge Chávez y formas abstractas.

Gracias y saludos para Rudolph.

El Minotauro.


14.12.10

Sum

Este libro cayó a mis manos casi de casualidad. Bueno, en realidad no es casualidad que haya ido a la librería a comprarlo. Pero si fue cuestión de azar el que una viejita desconocida, en un tren perdido en las entrañas del imperio del norte, me lo recomendara. Y debo decir que este librito es de las cosas más originales y cautivantes que leí en bastante tiempo. Se llama Sum: Forty Tales From The Afterlives.
La premisa del libro es sencilla: El autor (un neurocientífico pastrulo de aquellos) plantea 40 posibles escenarios que se podrian encontrar tras la muerte. David Eagleman -el pastrulo en mención- se cataloga como un ¨posibilista¨, y basta leer este libro (dificil de clasificar en algún género) para entender a que se refiere.
Voy a traducir el primer escenario que plantea el libro para su disfrute.

Sum
En la vida después de la vida revives todas tus experiencias, pero esta vez los eventos son reacomodados en un nuevo orden: Todos los eventos que comparten una cualidad son agrupados juntos.

Te pasas dos meses manejando en la calle frente a tu casa, siete meses teniendo sexo. Duermes por treinta años sin abrir los ojos. Por cinco meses corridos ojeas revistas sentado en el inodoro.
Recibes todo tu dolor de una sola vez, las veintisiete intensas horas de él. Huesos se rompen, choques de autos, la piel se corta, bebes nacen. Una vez que pasas ello, no existe agonía por el resto de tu vida después de la vida.

Pero esto no significa que siempre es placentera. Te la pasas seis días cortándote las uñas. Quince meses buscando por algún artículo perdido. Diesiocho meses haciendo cola. Dos años de aburrimiento: mirando a través de una ventana de bus, sentado en un aeropuerto. Un año leyendo libros. Te duelen los ojos y te pica el cuerpo, porque no puedes ducharte hasta que llegué el momento de tu maratón de doscientos días bajo el agua. Dos semanas preguntándote que pasa cuando uno muere. Un minuto dándote cuenta que tu cuerpo está cayendo. Setentisiete horas de confusión. Una hora dándote cuenta que te has olvidado el nombre de alguien. Tres semanas pensando que estás equivocado. Dos días mintiendo. Seis semanas esperando la luz verde. Siete horas vomitando. Catorce minutos experimentando pura alegría. Tres meses lavando la ropa. Quince horas firmando. Dos días atándote los zapatos. Sesentisiete días con pena de amores. Cinco semanas manejando perdido. Tres días calculando propinas en restaurantes. Cincuenta y un días decidiendo que ropa ponerte. Nueve días pretendiendo entender de lo que se está hablando. Dos semanas contando dinero. Diesiocho días mirando dentro del refrigerador. Treinticuatro días anhelando. Seis meses mirando comerciales de TV. Cuatro semanas sentado, pensando y preguntándote si podrías estar haciendo algo mejor con tu tiempo. Tres años tragando comida. Cinco días subiendo cierres y abotonando. Cuatro minutos preguntándote como sería tu vida si pudieras reacomodar el orden de los eventos. En esta parte de la vida después de la vida te imaginas algo análogo a tu vida terrenal y la idea es gratificante: una vida en la cual los episodios son partidos en partes diminutas, en donde los momentos no se tienen que soportar, en donde uno experimente la alegría de saltar de un evento al siguiente como un niño brincando de punto en punto sobre la arena ardiente.
------------------------------------------------°-----------------------------------------------------------


Aquí les dejo un link donde pueden leer gratis un extracto adicional del libro: °°°°°°°°

10.12.10

Despierta despertador

Hoy le cambié las pilas a mi despertador. Es la segunda vez que lo hago desde que me lo regalaron hace 18 años. Es un CASIO Quartz DQ-580. El pobre ya pedía chepa, tenía que ponerlo en ángulo para descifrar la hora porque con las justas se distinguía el contraste entre los números y el fondo liquido. El snooze dejó de funcionar y eso si que es crítico. Despegué el masquin que tiene pegado para que la tapa no se salga y las pilas no se caigan, boté las duracell y le puse unas energizer y listo, a esperar quien sabe cuantos años más. Otra cosa, lo he devuelto a la vida, ahora el tiempo si me mira con los ojos abiertazos. Al pobre le he agarrado cariño. Hace un par de meses traté de remplazarlo por uno de polvos rosados que no me duró ni 2 días. Para mí era una forma de aceptar el cambio y una decisión por despertar de otra manera. No funcionó. El destino me pedía que siga con mi fiel compañero de tanto tiempo, más de la mitad de mi vida. El me acompaña, pero no siempre me despierta. Por lo general me despierto solo antes que él, lo miro, y lo mando a la mierda. Sigo durmiendo. Si me llega a despertar, lo apago. A los 5 minutos lo vuelve a hacer y yo lo vuelvo a apagar. Es una danza que dependiendo del día puede durar varios minutos, e incluso varias horas. Nunca lo pongo a la hora que me tengo que levantar, siempre unos minutos antes para poder seguir durmiendo. Eso sí, cuando me tengo que levantar en serio, allí si lo pongo a la hora exacta y no entro en huevadas. Algunas veces me ha fallado, como cuando pongo la hora en pm en vez de am. O sino cuando el snooze ya ni me hace cosquillas. Si de dormir se trata puedo dar fe que cualquier lugar es bueno. La playa, el piso, el baño (sentado en el wáter o abrazado de él), sentado en una carpeta en clase de filosofía, debajo de la cama, el carro, la banca de un parque parisino en los Champs-Élysées (mi favorita), una camilla de masajes, el cine y hasta parado (créanme que es posible). Pero no es lo mismo dormir que despertarse, que en principio son dos caras de una misma moneda. Muchas veces uno tiene el deber moral de despertarse aun cuando no está durmiendo. Y para eso existen otro tipo de despertadores. Suerte tenemos si encontramos algunos por la allí, pero si no es el caso no debemos amilanarnos, somos finalmente nosotros mismos los que debemos escoger el tipo de sonido deseado y activar la alarma para el minuto siguiente. No es la voz que cuando nos vayamos a dormir la eterna siesta recién despertemos para darnos cuenta que en realidad ya estábamos dormidos.

Ya lo dice el viejo y conocido refrán: “Los cuentos no son para dormir a los niños, sino para despertar a los adultos”



6.12.10

Airport


Me baño. Me afeito. Shhh en el ala. Shhh en el cuello. Me visto... Listo. Recontra tiza.
Aeropuerto. Maletas. Esta vez no me joden, me confio. Un aliancista grandazo me mira desconfiado. Le escapo al contacto visual. Me hago el loco. Estoy demasiado tiza.
Hey sir rebuzna el gigante. ¡Ta mare! puteo bajito. Lo encaro.
I need to check your bags me ladra. !Ta mare! puteo más bajito.
Alianza procede a destruir el planificado desorden de mi maleta. Busca y busca pero no encuentra. Se lo toma con calma. Yo no tengo calma. Se me escapa mi vuelo. Me quedé dormido. Apúrate la re de tu p madre, puteo en mi cabeza.
Frustrado por no encontrar algo interesante me mira con sus ojos de buey y me deja pasar.
Aligero el paso. El avión se va. A pesar de todo sigo Tiza. Siguiente parada. Cola pendeja. Espero. Espero. Espero. Me toca. Pongo cara de angelito. Las huevas.
Could you step aside sir? escucho en tono imperativo. ¡ La reputamadre! vuelvo a putear bajito.
Me saco los zapatos. Me revisan mi mochila. Me introducen en esas máquinas nuevas. Me ven calato. Me liberan.
Ahora estoy corriendo desbocado. El avión de mierda se va en serio. No tengo otra opción que llegar. Es urgente.
Sudo. Me agito. Llego al counter de la linea aerea desesperado. Una gringa con cara de cojuda me recibe con sonrisa falsa.
Sorry sir but we had a delay in the flight me dice recachosa.
¡Gringa ctm! le digo sonriendo.

2.12.10

¡Vaya Google!

No me acuerdo exactamente desde hace cuando uso el Google Chrome como navegador pero estoy casi seguro que fue desde que salió al mercado (hace 2 años). He sido un fiel usuario y más que eso un proselitista (podría estar en los libros de Al Rice y Jack Trout como ejemplo de marketing). A todo el mundo le recomendaba usar el navegar y con mucha gente logré incluso que se cambien y comiencen a usarlo. Y es que en realidad mi vida cambió desde que uso el Chrome. Me he vuelto un hincha acérrimo. Mi experiencia al navegar la web cambió radicalmente desde que dejé atrás al torreja de Explorer. Definitivamente la velocidad de navegación con el Google Chrome (fuera de la velocidad de conexión de telefónica q es una mierda) es alucinante. Todo se hace más fácil y más simple y los resultados son inmediatos. Encuentro lo que busco en dos patadas, accedo a las paginas frecuentes con un clic, y puedo tener abiertas todas las viñetas que quiera sin ver mermada la velocidad. Es la panacea. Básicamente toda mi relación con la computadora gira en torno a este programa, un facilitador de acceso al mundo. Al margen de algunos documentos de Word o Excel y algo de photoshop, todo en mi maquina pasa por el Google Chrome. Mi vida es Google Chrome.

Ayer, torpemente instalé un .exe pensando que era una actualización de flash para poder ver un video de Kanaku y el Tigre (banda nacional que al margen de los problemas que me ocasionó recomiendo altamente) y a partir de allí todo se puso marrón. Todo se fue a la mierda. Comenzó la pesadilla. El bendito y bien amado navegador no funcionaba, lo abría y se cerraba, lo abría y se cerraba (ya lo decía Einstein que es una locura esperar resultados diferentes haciendo siempre lo mismo), todo esto acompañado de una cómica ventana que decía “¡Vaya! Google Chrome ha fallado, ¿deseas reiniciar?”. Conchasumadre, que impotencia. El sudor comenzó a hacer su trabajo. Los jugos gástrico también hicieron lo suyo y el intestino grueso empezó a carburar. Las válvulas ventriculares se aceleraron y la vista se nubló. Crisis. Quería usar el Ctrl + Z mil veces pero como leí en el estado de Facebook de una amiga, en la vida no existe ese comando. Pero bueno, pasaron los segundos críticos y la razón se incorporó, tomo aliento y se abrió paso entre la mierda y los jugos gástricos. Piensa Marquitos. Acuérdate de tus clases con Rosita (Shif efe osho), piensa que haría Robert en esta situación. Tenía que hacer algo. La maquina no me iba a vencer (todo esto mientras pasaba por mi cabeza la formateada de disco duro, ir a Wilson a recuperar toda mi info y todos los demás etcéteras). Primero recurrí al Explorer para buscar posibles soluciones en los foros. De por sí ya era desalentador y humillante tener que usar la carcacha destartalada de navegador, y más desalentador aun fue cuando comencé a leer en los foros que la solución a mi problema no era tan sencilla. Unos decían que use un antivirus, otros que formatearon su máquina y aun así persistió el problema, otros recomendaban contactarse con los headquarters de Google, pero ninguno me daba una solución concreta. Hasta que se me ocurrió reiniciar la computadora en modo seguro (ojo que ya la había reiniciado varias veces y también había instalado y desinstalado otras tantas el programa) y allí se me presentó una opción que no conocía y que decía: System Restore (o algo por el estilo). Y básicamente lo que hace esta aplicación es que resetea tu sistema con los parámetros que tenías antes de una determinada fecha, en mi caso 30/11/2010 9:21:00am. Justo la hora en la que había intentado ver el videoclip de Kanaku.

Final feliz: Restauré el sistema. Le metí un par de pasadas con 2 antivirus distintos y LISTO! Volví a respirar tranquilo, el alma me volvió al cuerpo y mi vida regresó al ceteris paribus, a mi estado basal, abrazando nuevamente al hasta hace algunas horas moribundo Crhome. Si bien estoy feliz y contento de haber recuperado a mi inseparable navegador, siento que me va a demorar todavía un tiempo en recuperar su confianza. Al que consideraba fiel e inquebrantable amigo, me falló. Lo volverá a hacer, en qué momento? Cuánto durará? Será una luna de miel o será para siempre? Sólo el tiempo lo dirá. Por ahora no me queda más que decir: Bienvenido nuevamente amigo Chrome.

Acápite: “Si cuentas un secreto, no pretendas que el otro lo guarde, porque ni siquiera tu pudiste hacerlo”. Pero igual como jode cuando alguien cuenta algo tuyo que no debería haber contado, y peor aun cuando la persona que lo cuenta cree insulsamente que te está haciendo un favor. Como hacer que la razón solucione el problema de Google Chrome, si a falta de Crtl + Z también carecemos de “System Restore”. Tiempo, paciencia y buen humor, difícil labor. Tocar el saxofón, junto a un buen cajón. Flexionar, inclinar, raspar, terminar el golpe y disfrutar el mathcpoint.