Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

16.2.11

Mamarazzi

Recuerdo que me regalaron mi primera cámara de fotos cuando tenía 12 años. Era una Vivitar automática con flash incorporado. Esas típicas maquinas compactas, de color negro, q tomaban fotografías bastante respetables. Para los que no se acuerdan, en esa época había que saber poner el rollo de fotos, y en esos menesteres yo era todo un experto. Aprovechaba al máximo todas las exposiciones (que tal vocablo), al final siempre me salían 37, 38 o hasta algunas veces 38 fotos y media (yo usaba rollos de 36) y siempre enganchaba en los engranajes a la primera, no era fácil, pero yo tenía una técnica infalible. Rebobinar el rollo y mandar a revelar en una hora en Jumbo mate era parte de la rutina. Desde ese tiempo me comencé a interesar por la fotografía, tomaba fotos “artísticas” (al menos para mí eran artísticas), no sólo de personas sino también de paisajes y objetos, porque en realidad desde esos tiempos el objetivo de tener una cámara de fotos era registras los momentos que querías preservar para el futuro y nunca olvidar. Después mi Papá me regaló su Nikon FM10, una de esas que había que enfocar y utilizar el fotómetro, todavía teng

o esa excelente cámara aunque ya casi no la uso. Más tarde, ya en la universidad, llevé un par de cursos de fotografía que me abrieron mucho el panorama y reafirmaron mi gusto por el arte, sin embargo hasta el momento no la he practicado a cabalidad, cosa que en algún momento me gustaría hacer.

La historia cambió con las cámaras digitales, no solo por la novedad, o adaptación de la tecnología, sino principalmente por un tema de costos. Antes te costaba cada foto que tomabas, desde el rollo, hasta la revelada (repito: siempre en jumbo mate). Pero hoy eso ya no es un tema, sólo tengo un único costo que es cámara en sí, que en realidad hay opciones bastante económicas, y listo. Tomo las fotos que quiero, si se me llena la memoria las puedo pasar todas a la computadora o borrar las que no me interesen o hayan salido desenfocadas o mal. Es así que esto ha desatado una fiebre fotografía en la que la gente tiene complejo de fotógrafo de modas y se ponen a disparar el obturador a discreción, tomando miles de fotos que seguramente nunca más volverán a ver. En algunos casos por allí que las suben al facebook, tagean a todo el mundo y allí muere el payaso. A menos que seas alguien muy metódico, que organices tus fotos con algún programa que te ayude a eso o poniéndolas en archivos por fechas, eventos o lugares, pero en realidad no conozco a mucha gente con esas costumbres.

Yo personalmente no soy partidario de esta nueva moda. Me parece que las personas que abusan del uso de la cámara digital lo hacen con frivolidad y sinsentido. Es casi como un tic producto de la cultural juvenil pop, que ya se ha expandido irreversiblemente a toda la población. Algo que en mi época era exclusividad de los turistas japoneses, hoy hasta los más incautos fotógrafos abusan con el uso de sus dedos índices.

La semana pasada vinieron a visitarme mis sobrinos, y tan linda y familiar ocasión tiene que ser registrada a través del lente de la cámara de mi Mamá. Sin pedir permiso ni perdón, comienza la faena fotográfica con el primer rayo de luz natural. De una manera invasiva, intrusiva y agresiva, registra todos tus movimientos, segundo a segundo. Los momentos más cotidianos son registrados espontáneamente, sin aviso. Al mismísimo estilo Paparazzi, queriendo captar cada momento, pensando que capturándolo en algunos bytes, ese momento cobrará un significado especial y formará parte del “museo vivo del pasado de la familia”. Está bonito tomarse unas fotos, registrar los momentos, posar, sonreír, pero de allí a tener un lente observándote (y registrando lo observado) todo el pinche día es abusivo. Donde queda mi derecho a la intimidad y la privacidad. Inclusive creo que la constitución contempla en alguna parte esta figura y ampara al ciudadano cuando estas se ven amenazadas. Yo me siento cohibido e inhibido cuando tengo personas a mí alrededor con una cámara digital, y no es por el tema de una posible exposición indeseada a través de alguna red social, sino por el hecho en sí, de no respetar mi espacio y mi momento. Por otro lado, por más exacto que sea el registro de una cámara digital, ya pones un intermediario entre la realidad y el ojo, no creo que haya mejor registro de la vida que el que hacemos directamente a través de nuestros propios ojos. El que está tomando fotos, y cree que va a capturar el momento de por vida está equivocado, lo que en realidad está haciendo es perdiéndose el verdadero momento.

Si bien me gusta la fotografía, y las buenas fotos, sean de personas, de buenos momentos o artísticas, siempre en su medida justa. Yo creo que mi memoria es la mejor cámara de fotos, mi lente esta ajustado a mi medida y me permite captar selectivamente lo que yo quiera y guardarlo en mi memoria el tiempo que yo decida, y si me olvido del momento pues será por algún motivo que mi inconsciente habrá creído oportuno olvidar, y me acordaré de lo que sea realmente interesante e importante para mí. Es un tema de decisión.

Dicen que un turista japonés regresa a Japón después de un viaje increíble por Europa. Cuando se encuentra con sus amigos estos le preguntan por su viaje, sus experiencias, sus aventuras, etc. A lo que este les contesta: “No sé, todavía no he revelado mis fotos”.


2 comentarios:

JC dijo...

La primera parte de tu post muestra un vision tremendamente elitista de tu parte.¿Tambien preferias cuando solo la gente con plata tenia cable?

El Minotauro dijo...

o yo no entendí tu comentario o tu no has entendido mi post o las dos cosas.
yo en realidad prefería cuando la gente con plata tenia antenas parabólicas.