Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

30.6.10

HUMO

¿Puedes tirar tu humo para otro lado? Peste, apesta. Toda tu ropa se impregna con esta materia etérea. Tu pelo también. Me irrita los ojos y me quema los lentes de contacto. Te raspa la garganta y te cambia la voz. Me da asma, se me cierra el pecho, toso y tengo que usar mi ventolín. Te arruga la piel. Le cambia el olor a los ambientes. Ensucia las paredes. Un humo inerte y efímero tiene una gran capacidad devastadora. Es un actor más de la sociedad. Está en las reuniones sociales y discotecas, lugares cerrados y con mucho alcohol de por medio. La nube de humo colma el ambiente y se adueña de todo el espacio. Si no te gusta, piña, ándate a otro lado o sal a la calle a respirar aire fresco de tubo de escape y regresa. Mi bluejean apesta a humo de cigarro. Tóxico. No sólo el que fuma y se jamea toda la nicotina y alquitrán y la boca le queda apestando se perjudica, sino todos los ciudadanos de a pie que nos fumamos el humo y resignados asumimos las consecuencias. El humo de cigarro es una de las mayores plagas del siglo XXI. No tengo nada contra la gente que fuma, cada quien es libre de elegir sus vicios y monerías. Yo mismo alguna vez intente fumar. Como buen adolecente pendejo me escondí en el auditorio de mi colegio con un par de amigos para prenderme mi primer pucho. Tal vez tuve suerte de que mi condición asmática no me permita calar bien y no se me convirtió en un vicio. Alguna vez me compré un cartón de Marlboro médium, sólo para hacerme el bacán, porque en realidad nunca aprendí a “golpear”. Inclusive en la actualidad gorreo un par de pitadas en alguna fiesta, pero más como un gesto, porque igual sigo sin poder golpear. El punto, y a lo que iba, es que está decisión tan personal y privada de fumar cigarros afecta directa e indirectamente a muchísima gente que no lo hace, siendo los fumadores los reyes de la verdad. Si fumas tienes derecho de ahumar a quien se cruce en tu camino. Si no lo haces no tienes ningún derecho. Salvedad de la ley #25357, que prohíbe fumar en espacios cerrados de uso público, que en realidad su mayor aporte es no poder fumar en el cine (¿se acuerdan cuando se fumaba en el cine?), pero por lo demás el humo del cigarro es todavía un problema, al menos para mí. Me parece un problema social complejo, casi filosófico, de tolerancia, respeto de los derechos y las libertades. La situación actual beneficia a los agresores, que son los fumadores, mientras que los agredidos nos encontramos totalmente desprotegidos. La cosa debería ser como en los aeropuertos: si quieres fumar te metes a una cúpula de acrílico con todos los fumadores y te comes solito tu humo. Tal vez la solución sería colocar estas cúpulas por toda la ciudad, financiadas obviamente por los impuestos al tabaco. Aunque bueno, esa solución es en realidad un planteamiento bastante pueril e irreal. No sé cuál es la solución, quien sabe que los fumadores sean consientes y se intoxiquen solos en sus casas antes de salir a la calle. Ay idealismo, pensé que te había abandonado hace tiempo.

Pero no todos los humos me molestan. Me gusta el humo de un buen habano y de un buen troncho. Al menos es un humo aromático, a diferencia del humo del cigarro, además que por alguna razón no me hacen toser y no hacen que se me cierre el pecho. Y claro, el humo que proviene de la madera y que se usa en la industria alimentaria es de lo más sublime. Desde una buena trucha ahumada en frio, hasta el más provocativo chocolate ahumado. Unos pollitos al cilindro o unas pizzas a la leña. El clásico lomito saltado. El olor de tu casaca después de haber estado parado junto a la fogata en un campamento. El humo que sale de la parilla o de un wok bien caliente. El humo de un fosforo. El humo de una vela. En fin, de humos y fumatas hay mucho de qué hablar, lo que si me queda claro es que inclusive prefiero el humo de una quema de basura matutina antes que el del vil cigarro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Estimada peluca,
Muy interesante y gracias por compratir (sans humo) vustras ideas.
Para aquellos en Lima que aun fuman -tabaco- os recomiendo visitar a la brevedad al Dr. Jabiles para un chequeo cardio-pulmonar; y para aquellos que fuman otras sustancias pues compartan sus experiencias que la peluca ha demostrado ser un experto en interpretar nuestros habitos y vicios.
Saludos cordiales,
FF (fumon floridiano)


ESTE MENSAJE LLEGA A UD GRACIAS AL AUSPICIO DEL CONSULTORIO DEL DR. JABILES

Dr., despues me pasa un comision, no?

Paloma Reyes de Sá dijo...

sorry... :S

El Tunche dijo...

jaja se agradece amigo anónimos por la publicidad...

Mino, al fin y al cabo es cuestión de gustos... el fan del reggae que no aguanta el humo de la hierba, que se tiene que hornear en el concierto si o si. O salir a la calle y aspirar tubos de escape al mango.
Pero de a pocos se avanza...esa ley es un gran avance.

Soluciones?? subir impuestos a tabacaleras ....Ay idealismo!! jaja mucha plata mino, mucha...

Poch dijo...

Prefiero mil veces humo de hierba que de cigarro!!

Tunche eres tu el conservador... jejeje!!