Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

11.7.11

Julio Ramón y yo

Este post es un homenaje a la universalidad de las ideas,  la lección de humildad más grande que uno puede experimentar. La contradictoria sensación de que somos únicos pero a la vez no. Esta experiencia se me presentó una vez más, pero de una manera especial para mí por un par de motivos; fue releyendo un libro con especial valor sentimental para mí, de mi escritor peruano más querido. Reconocer nuestras propias ideas en cabezas ajenas tiene una fuerza perturbadora o en este caso gratificante, por la significancia personal del hombre en cuestión.


Prosa apátrida #92

Uno de mis defectos principales es la dispersión, la imposibilidad de concentrar duraderamente mi interés, mi inteligencia y mis energías en algo determinado. Las fronteras entre el objeto de mi actividad del momento y lo que me rodea son demasiado elásticas y por ellas se filtran llamados, tentaciones, que me desplazan de una tarea a otra. Durante varios días estuve leyendo diarios íntimos femeninos, creyendo que por este camino iba a llegar a algún lugar, pero de pronto me desvié hacia los memorialistas franceses del siglo XVIII y esto también lo deje para precipitarme sobre los OVNIS, tema que creía haber agotado hace semanas, pero que al azar de una lectura de periódico, regresa a mi y me sumerge en lecturas agobiantes, que seguramente abandonare en cualquier momento por la historia antigua, la alquimia o la antropología. Victima soy, me doy cuenta, de la facilidad que existe ahora para informarse: libros de bolsillo, revistas de divulgación, manuales al alcance de todos, nos dan la impresión falaz de ser los hombres de un nuevo Renacimiento, Erasmos enanos, capaces de enterarse de todo en obras de pacotilla, compradas a precio de supermercado. Error que es necesario enmendar, pues hace tiempo sé, pero siempre lo olvido, que la información no tiene ningún sentido si no esta gobernada por la formación.

Prosas apátridas – Julio Ramón Ribeyro

1 comentario:

Anónimo dijo...

<3 <3 <3 <3 <3
Me encanta tu mente.