Taurofagia

En octubre del año pasado vino un primo del extranjero y me comento que hace mucho tiempo había ido a una corrida de toros en el sur de Francia y que había quedado facinado. Me pidió efusivamente si podía conseguirle entradas para ir a la fecha inaugural de la Feria del Señor de los Milagros en Acho y que si yo quería acompañarlo. Le dije mira choche, yo no le entro a esa vaina, me parece criminal y estoy en contra de que torturen a un pobre animal indefenso de esa manera, pero que le podía hacer el favor de conseguirle una entrada para el.

Así que fui a teleticket a comprarle su entrada y mientras estaba en la cola me puse autocritico y me dije: Como puedo estar en contra de algo si no lo conozco, obviamente se de que se trata y he visto las corridas en la tele, pero nunca he ido a la cancha (para hablar en términos futboleros). Puede ser una experiencia interesante, y luego comprobar que efectivamente estoy en contra, pero ya con argumentos mas contundentes. Así que me arme de valor y compre también una entrada para mi. La cita estaba hecha, Domingo, 3:30pm, Acho.

Mientras iba manejando por la avenida abancay, mi primo me contaba la historia de como mi abuelo había desembarcado en el Callao, proveniente de Europa. Yo lo escuchaba atentamente, mientras se iban agudizando las mariposas en mi estomago (estaba nervioso, no lo puedo negar).

Cruce el puente y le pregunte a un tombo donde me podía estacionar, muy amablemente me señalo a un señor y me dijo: "el le va a indicar". Pase una tranquera, me estacione, y cuando baje del carro, "el señor" dueño de la calle, me dio un papelito impreso con el numero 10 y me dijo: "el pago es por adelantado, bien cuidado", pague mis 10 lukas sin pestañar.

Para entrar a la plaza tuvimos que esquivar un rochabus, una manifestación antitaurina de artes de la católica y un par de bombas lacrimógenas, pero finalmente entramos y nos sentamos cómodamente en nuestro pedazo de cemento, nos compramos una chela y a esperar que comience la función.

3 y media en punto salio el primer toro. Mi impresión fue grande, se proyectaba un tarde brutal. Salieron los primeros toreros, banderilleros, caballos con jinetes mismo Don Quijote. Todo esto en un marco de gente eufórica, una banda musical tocando marineras, y las típicas melodías taurinas. Para mi era un mundo surrealista.

Cuando el toro ya estaba medio mareado, sangrando por las banderillas, picado por don quijote y babeando por el ocico, entro el torero y comenzó a mover la capa. Lo llevaba al toro de aquí para allá, la gente gritaba descontrolada, era un fiesta.

Después de un rato de piruetas aquí y allá, el torero saca su espada, se para quieto frente al toro, apunta, y juaaaa....., clava la espada en el lomo del toro la misma que lo atraviesa hasta el corazón, y pobre animalito de casi media tonelada cae agonizante en la arena. La gente aplaude. La banda sigue tocando. En ese momento entra otro torero y con una pequeña daga le da la estocada final al toro, luego de un breve temblor en animal muere. Entran unos caballos y se lo llevan arrastrado por una puerta de la plaza, seguramente a la carnicería.

En ese momento mi primo me mira con cara de susto y me dice: "Esto es horrible, no me lo acordaba así". Los demás asistentes seguían celebrando.

Solo nos dio tiempo de comprarnos otra chela cuando salio el siguiente toro (fueron 6 en total). La faena era la misma, lo único que cambiaba era el toro (por razones obvias) y el torero.

Nosotros seguíamos sentado, un poco consternados, pero ya un poco mas relajados, no se si por efectos del alcohol y porque ya nos íbamos acostumbrando a lo que pasaba allá abajo en la arena.

Para el cuarto toro ya podíamos disfrutar del ambiente, la música, algunos gritos de un viejo pituco vestido de blanco con sombrero de ala ancha, también nos percatamos de la presencia de chicas lindas merodeando la plaza. Ya la cosa había cambiado de color y hasta me atrevería a decir que lo comenzaba a disfrutar.

Para el ultimo toro, no paramos de gritar "ole, ole" y las palmas de las manos casi nos dolían de tanto aplaudir. Realmente era un placer ver al torero lidiar con la bestia, era como ir a un espectáculo de danza.

Después de la sexta estocada final nos paramos y nos abrazamos, como cuando vas al estadio y gana tu equipo.

Nosotros ya nos fuimos porque mi primo tenia que tomar su avión de regreso a NY, pero allí la fiesta seguía, anticuchos, chancho en caja china, chelas, whisky, musica, baile, una juerga total.

Mi carro estaba completo.

Camino al aeropuerto decidimos parar a comer una hamburguesa, se nos había abierto el apetito.

Hoy por hoy no puedo decir que estoy a favor en contra de las corridas de toros, simplemente que fue una experiencia extraordinaria y que quien sabe, probablemente, algún día, vuelva a repetir.