Ritmo---Diga usted---Nombres de---

Parado en la cola de un supermercado capitalino escucho a mí costado unos cánticos italianos, para mi sorpresa no era más que un ciudadano romano haciendo un enfurecido reclamo frente a la cajera del establecimiento. Yo estaba en la caja rápida, y no soy de los que me quedo mirando como si fuera un partido de futbol, pero por suerte logré entender cual era el inconveniente.

El Sr. Bertha Ropolo (así es, no me he confundido, SR. BERTHA) quería pagar con su carti di credito pero al parecer la cajera no quería aceptar la transacción porque pensaba que el Sr. estaba usando la tarjeta de su esposa. El Sr. Ropolo, furibundo, comenzó a gritar, que como era posible, que piensen que ese no podía ser su nombre, que si acaso parecía un travesti, que era una falta de respeto.

Por supuesto que era una falta de respeto, pero de sus padres, que le pusieron ese nombre de mujer al pobre Tano.

¿Es justo que los padres nos pongan un nombre sin consultarnos? ¿Acaso no debería ser que nos pongan un nombre tentativo hasta que tengamos uso de razón y podamos si bien aceptarlo o ponernos nosotros mismos el nombre que más nos guste o acomode?

¿Cuan importante es en realidad el nombre? A mi me parece importante. El nombre es mi identidad. Si bien puede haber otras personas con tu mismo nombre pero ese es TU nombre. Y la gente (y tu mismo) te reconocen por el mismo. Tu nombre es la síntesis de tu ser, es como un resumen de tu vida, es como tu DNI psíquico.

Es uno mismo el que se encarga finalmente de darle valor a su nombre y de ir llenando ese baúl con características de tu personalidad o experiencias de vida, sin embargo muchas veces ese nombre ya viene con una carga ajena a nuestra persona contra la cual tenemos que lidiar. Puede ser que nos llamemos en recuerdo de un familiar, o talvez de un personaje histórico, o un nombre que choque en cierta forma con la realidad cultural del lugar donde vivimos, etc., etc., etc. (ya se habían olvidado que los pelucones somos envalentonados). Es inevitable muchas veces desligarnos de esa carga, o esa factura anterior con la que viene nuestro nombre, pero es nuestra chamba desligarnos y poder crear nuestra propia personalidad sobre ese nombre, lo cual muchas veces es un reto bastante grande.

Ya lo dice el viejo y conocido refrán: “Dime como te llamas y te diré quien eres”.

En épocas pasadas se decía que tu nombre era tu esencia, y que uno debía protegerlo y cuidarlo porque si lo exponías, te estabas exponiendo tú como persona. Y es por eso que surgen los sobrenombres, para esconder o mas bien proteger tu esencia.

En mi caso, mi nombre es algo fuera de lo común. Mis padres tardaron 40 días en decidir como llamarme. A cada uno le gustaba un nombre distinto, y no se pusieron de acuerdo sino hasta que venció el plazo en la municipalidad y fue entonces que el escribano, en una acción salomónica, propuso que me pongan los dos nombres. Mis viejos compraron la idea y así salio mi nombre.
Pero allí no quedo la cosa. Hoy por hoy mi nombre quedó en un segundo plano, y a mi la gente me conoce y llama por mi apodo, que mas bien es la unión de las primeras letras de mi primer nombre con las primeras letras de mi segundo nombre.

Hola me llamo Minopoldo Taurobaldo pero todos me dicen MinoTauro.

¿Y tú, como te llamas?

Se me queda en el tintero el capitulo del análisis propiamente dicho de los nombres, sus orígenes, clasificación, significado, modas, entre otros. Prometo la segunda parte.