Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

31.7.09

Los mazapanes de la abuela Luna

Pavel era un geólogo recién graduado de la Universidad de Praga. A sus 21 años estaba casado con Diana, una linda chica de cabellos rizados unos meses menor que él, tenían dos hijos. Corina, de 3 años y Arden de tan solo 7 meses de nacido.

Antes de terminar su carrera, el departamento de geología de la universidad ya le había conseguido un contrato por cuatro años con una empresa minera en Moquegua. Ellos se habían encargado de todos los detalles y condiciones las cuales Pavel había aceptado. El sueldo era jugoso. Para moverse con toda la familia de Checoslovaquia a Moquegua no podía ser de otra manera.

Llegó el día de la travesía y la familia estaba lista. Las maletas estaban cerradas, los niños en sus respectivos coches, con sus respectivos maletines cargados de pañales, alimento, biberones, juguetes y toda la parafernalia necesaria para un largo viaje de más de 30 horas. Un DC-8 de esa época no podía llegar directo de Europa al Perú. Debían hacer escala en Barcelona, Tenerife, Caracas y Quito, antes de aterrizar en el Jorge Chávez. Para que una vez pisando suelo peruano, tomen un bus con rumbo a Moquegua, unas 18 horas más de viaje. Allí se hospedarían en un hostal en el centro de la ciudad y el día siguiente una camioneta rural llevaría a toda la familia Kapek al campamento minero, donde sería su residencia formal por los siguientes 4 años.

Antes de salir al aeropuerto, reciben una llamada de la abuela de Diana. Les pedía que en el camino pasen por su casa a recoger un paquete. Debían desviarse unos kilómetros de la ruta, pero la palabra de la abuela Luna (originaria de Irznik, Turquía) era ley.

La abuela les entregó una caja envuelta en una tela color celeste oscuro, con unos bordados en azul, y les dijo que no la podían abrir hasta subir al avión.

Todo el proceso de embarque se hizo bastante tedioso, dos niños de esas edades no ayudan mucho. Además la carga mental del tipo de viaje que estaban por emprender es un peso tan grande como el de las maletas que también afecta el desempeño psicomotor normal de las personas. Pero finalmente luego de los tramites de embarque y pasar todos los controles necesarios la familia entera se vio sentada en el avión esperando el despegue.

Una vez el avión estaba en el aire la pareja de esposos se miraron y entendieron que era el momento de abrir el paquete de la abuela. Desanudaron con mucho cuidado el hermoso pañuelo bordado y encontraron dentro una caja de cartón. La abrieron, había casi medio kilo de mazapanes, receta de la abuela obviamente. Los comieron y sonrieron. hasta la pequeña Corina pudo masticar un poco de ese deliciosos manjar, cargado además de todo el amor de abuela, de historia y sabiduría. Volvieron a anudar el pañuelo, lo guardaron en uno de los bolsos que traían y se durmieron esperando ser despertados en la próxima parada de repostaje de gasolina, o hasta que alguno de los pequeños lo dictamine.

Luego de horas interminables de travesía, la familia Kapek llegó al hostal en Moquegua. estaba ubicado en una de las esquinas de la plaza de armas. Allí pasarían la noche para el día siguiente enrumbarse a la mina. Apenas entraron a la habitación, con todo el equipaje, sonó el teléfono. Pavel contestó. Era nada menos que el gerente de la mina. En un castellano muy rudo le decía a Pavel que su chofer lo recogería del hostal para traerlo al campamento y sostener su primera reunión de trabajo. El Checo, en su masticado ingles trató de explicarle que eso era imposible, ya que no iba a dejar a su familia sola en la ciudad y que además debía descansar del largo viaje. Colgó el teléfono. La miro a Diana y le dijo: - "Creo que nuestra estadía en este país va a ser más corta de lo que imaginamos". La pareja acostó a los niños. Tomaron una ducha juntos y luego se fueron a dormir.

La mañana siguiente sonó el teléfono. Diana contestó. era la esposa del gerente. Esta vez en un ingles muy educado les dio la bienvenida y les comentó que a su llegada al campamento minero los esperaba una recepción de bienvenida en el salón principal de las oficinas centrales.

Tras dos horas de ruta para llegar al campamento Pavel y Diana se encontraban un tanto ansiosos frente al recibimiento. La camioneta los dejó en las oficinas centrales donde se llevaría a cabo el pequeño agasajo y se llevó el resto de su equipaje al chalet que les había sido asignado. Entraron al salón principal con los dos coches y los bolsos de los niños y allí los estaban esperando. En primera fila el gerente general junto con su esposa, y unos pasos mas atrás, medio centenar de gerentes e ingenieros con sus respectivas familias. Pudieron percatarse también que a los costados habían unas impresionantes mesas de buffet llenas de variados y suculentos potajes.

La esposa del gerente tenia en sus manos una bandeja de plata hermosa, con unos dulces variados. Se les acercó y les dijo:- "Esto es para ustedes. Son unos dulces de la región que estoy segura nunca han probado. Se llaman mazapanes".

En ese momento Pavel, con el temperamento que lo caracteriza, soltó una fuerte carcajada. "Mazapanes, yo te voy a mostrar lo que son verdaderos mazapanes!" Abrió el bolso donde traía los biberones de los niños, y sacó la caja envuelta en el paño celeste que les había dado la abuela de Diana. "Estos son verdaderos mazapanes, originarios de Irznik-Turquía, pruebelos".

Los mineros quedaron deleitados con los mazapanes de la abuela. Pavel y su familia se convirtieron en los hijos predilectos de la mina. Años mas tarde él se convirtió en el jefe del departamento de geología de la compañía y ella, en la mujer más codiciada de Moquegua.

Hoy, casi 40 años después, los Kapek están jubilados y viven en una casa de campo en las afueras de Praga. Diana prepara mazapanes todos los domingos cuando sus nietos los vienen a visitar.

7 comentarios:

Dulcinea dijo...

Mi abuela no hace mazapanes, hace merengues.

Confundida dijo...

Minotauro y esto??? :/

El Minotauro dijo...

Amiga confundida, me veo contestando el blog de confidencias de RPP. Cuentame tus dudas y tal vez te pueda ayudar.

Anónimo dijo...

Gacias por tus deseos Abraham Spak.

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
El Tunche dijo...

Apoyen a lapeluca votando en el link de la derecha!!!
En categoría : Grupales
Si pueden votar con cada cuenta de email que tengan, mucho mejor...
gracias pelucas

Denise dijo...

Quiero mazapan!


Ya vote por lapeluca de mis 4 cuentas :)

Somos fijos!! haha