Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

19.4.10

Los siete locos

Como diría el gran Bill Hicks, la vida es una montaña rusa; subidas, bajadas, vueltas, frenadas, asceleraciones y todo de nuevo. Todos hemos tenido momentos así, pero siempre por algún motivo uno tiende a recordar los momentos de desánimo. Supongo que es un cliché escuchar como consuelo que siempre habrá alguién que tiene problemas más serios que uno -cosa que sin duda es cierta- y eso debería bastar para mirar las cosas con mejor perspectiva, pero todos sabemos que no funciona.... hasta que leí un libro. Los siete locos de Roberto Arlt es una joya de la literatura argentina. Aquí comparto un pasaje que podría servirle de consuelo a alguien que se sienta miserable, ya que dudoque exista alguien más infeliz que el protagonista de la novela. Nunca una vida desgraciada fue tan brillantemente descrita, llegando a convertirla en hermosa.

¨El tiempo dejó de existir para Erdosain (el protagonista en mención). Cerró los ojos obedeciendo la necesidad de dormir que reclamaban sus entrañas doloridas. De tener fuerza se hubiera arrojado a un pozo. Borbotones de desesperación se apelotonaban en su garganta asfixiándolo, y los ojos se  le volvieron más sensibles para la oscuridad que una llaga a la sal. A instantes rechinaba los dientes para amortiguar el crujir de los nervios enrigecidos dentro de su carne que se abandonaba, con flojedad de esponja, a las olas de tinieblas que deyectaban su cerrebro.
Tenía la sensación de caer en un agujero sin fondo y apretaba los párpados cerrados. No terminaba de descender, ¡quién sabe cuantas leguas de longitud invisible tenía su cuerpo físico, que no acababa de detener el hundimiento de su conciencia amontonada ahora en un erizamiento de deseperación! De sus párpados caían sucesivas capas de oscuridad más densa.
Su centro de dolor se debatía inútilmente. No encontraba en su alma una sola hendidura por donde escapar. Erdosain encerraba todo el sufrimiento del mundo, el dolor de la negación del mundo. ¿En qué parte de la tierra podría encontrarse un hombre que tuviera la piel erizada de más pliegues de amargura? Sentía que no era ya un hombre, sino una llaga cubierta de piel, que pasmaba y gritaba a cada latido de sus venas. Y sin embargo, vivía. Vivía simultáneamente en el alejamiento y en la espantosa proximidad de su cuerpo. Él, ya no era ya un organismo envasando sufirmientos, sino algo más inhumano...quizá eso...un monstruo enroscado en sí mismo en el negro vientre de la pieza. Cada capa de oscuridad que descendía de sus párpados era un tejido placentario que lo aislaba más y más del universo de los hombres. Los muros crecían, se elavaban sus hiladas de ladrillos, y nuevas cataratas de tinieblas caían a ese cubo donde él yacía enroscado y palpitante como un caracol en una profundidad oceánica. No podía reconocerse...dudaba que él fuera Augusto Remo Erdosain. Se apretaba la frente entre la yema de los dedos, y la carne de su mano le parecía extraña y no reconocía la carne de su frente, como si estuviera  fabricado su cuerpo de dos substancias distintas.¿Quién sabe lo que ya había muerto en él? Solo perduraba para su sensibilidad una conciencia forastera a lo que le había ocurrido, un alma que no tendría el largo de la hoja de una espada y que vibraba como una lamprea en el agua de su vida enturbiada. Hasta la conciencia de ser, en él no ocupaba más de un centímetro cuadrado de sensibilidad. Sí, todo su cuerpo sólo vivía, estaba en contacto con la tierra, por un centímetro cuadrado de sensibilidad. El resto se desvanecía en la oscuridad. Sí, él era un centímetro cuadrado de hombre, un centímetro cuadrado de existencia prolongando con su superficie sensible, la incoherente vida de un fantasma. Lo demás había muerto en él, se había confundido con la placenta de tinieblas que blindaba su realidad atroz.¨

Bueno, si te sientes deprimido, lees esto y no te sientes mejor....tas jodido!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ese libro lo lei cuando tenia 18 años...ya hace bastante . Te felicito Tunche por revivir esta obra influenciada por el existencialismo de Sartre y hasta el nihilismo de Nietzche.

Ale dijo...

Por tu post decidi leer este libro que me regalo mi abuelo hace años. Es de los 5 mejores libros que lei! Un exito tu recomendacion tunche.
Chicos me encanta su blog sigan asi!
besos!

El Tunche dijo...

Que bueno que lapeluca cultural te sirvió de algo.
Un abrazo ale