Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

16.10.10

Crónica felina

Vivo con una enemiga. Se llama Julia.
Nuestra historia es algo particular y aquí una breve reseña.

Nacida un 13 de Marzo del 2006-hija única de un pendejo gato techero y una refinada felina de las altas alcurnias limeñas-. Horacio, su padre (que en paz descanse y que su alma sea protegida por la diosa Bastet ) fue un tremendo rufián; rompía con los protocolos sociales de la estricta estructura de convivencia gatuna, y se dedicó durante la mayor parte de su vida adulta -hasta donde pude verificar en los registros- a enamorar y fornicar sin piedad a cuanto cuadrúpedo se cruzó en su camino. Tenía un perverso gusto por las damitas de alcurnia, las cuales caían rendidas ante su salvaje y rebelde apariencia. Era el Fonzie del barrio.
Y así, una noche mágica, sin saber como llegó a un barrio pituco, de esos donde las peludas doncellas (le gustaban bien peludas) no conocían más que caprichos. Hábilmente se posó sobre el marco de una ventana entreabierta y quedó estupidizado, incapaz de creer lo que veían sus ovaladas pupilas. En ese místico  momento hubo una chispa que conectó a Horacio con la más hermosa doncella del reino animal. Su nombre: Chuchú.
 Este furtivo acercamiento dio inicio a la más épica y compleja historia de amor entre dos felinos jamás registrada. Y procedo a narrarla:
Horacio se abalanzo sobre la virginal Chuchú y la violó a quemarropa.
Nunca más se vieron.

Y bueno pues, fruto de este apasionado y sincero amor nació una gatita, que desde muy pequeña desarrolló una habilidad que la definiría en el transcurso de su vida; la capacidad magistral de no hacer nada.
A los poco meses de parida, vaya a saber porque, Chuchú le negó el amor que una madre le debe a sus vástagos. Pocas fueron las ocasiones, como luego me confesó, que su madre le brindó la teta para satisfacer su apetito. Se hace imposible entender como una madre pudo ser tan desnaturalizada y renegar de su única hija. Pero dado el evidente estado de abandono y maltrato psicológico del que era víctima esta dulce y floja gatita, el dueño de Chuchú (que en algún momento pensó en  ofrecerla en forma de adobo a los comensales de su concurrido restaurant) con buen juicio decidió obsequiar a esta hija no querida. Y así es como llegó a mi vida.

Las primeras impresiones son importantes, y debo confesar que desde el primer instante en que nos cruzamos noté que no sería una relación fácil. Pero tampoco soy un desgraciado. Comprendí la penosa situación en que se encontraba esta señorita de garbozo andar. Me la presentaron con un tentativo nombre: Abril. Al oir esto, compartimos una mirada complice, y logré comprender que detestaba ese estúpido nombre que evidentemente habia sido producto de la improvisación (como dije, nació en Marzo). Rápidamente la bauticé con el nombre de su bisabuela materna, que había sido la mascota de un prestigioso agregado militar checoslovaco en Jaén.

En los primeros meses con su nueva familia, Julia se mostraba atenta y aplicada; estudiaba el entorno. Sus agudos y brillantes ojos verdes captaban todo lo que acontecía a sus alrededores. Cada movimiento, cada sonido era sistematicamente grabado en su machiavélica cabeza, que a mi enteder, iba maquinando ya un maléfico plan para imponer su reinado.
Traté de confraternizar y limar nuestras primeras asperezas generadas en nuestro primer encuentro. Pero al parecer, la confraternización con sus futuros lacayos no figuraba en sus planes de dominio.
Poco a poco fue ganándose la confianza de todos a su alrededor. Ya solo se limitaba a emitir un sutil maullido para que 4 personas, casi en estado zombie, acudieran a alimentarla, peinarla, rascarle la panza, o a limpiar sus podredumbres de su caja de arena (arena extra fina, sino a modo de protesta se cagaba por donde sea).  Pero como era claro que yo- casi tan astuto como ella- estaba al tanto de sus planes y me resistía a rendirle pleitesía, inició  lo que yo le llamé ¨la guerra del desgaste¨.

Mostrando su verdadera identidad
 En inicio, muy hipócrita ella, me ofrecio mimos y dulces maullidos. Luego, al ver que no bastaba con cursilerías, se dedicó a cubrir por completo toda mi ropa con sus largos y finos pelos. Ella bien conocía mi alergía que me inutiliza luego de 35 estornudos seguidos. Me era imposible no encontrar su huella en cualquier atuendo que me ponía. Ella me parecía decir: - ¿Querías guerra?.. Pues ahí tienes.
Yo no podía mostrar debilidad ante esta artimaña tan sucia y artera, por lo que haciendo de tripas corazón, aumente la dosis de mis antihistamínicos y proseguí con el ánimo al tope.

Este, creo yo, fue un duro golpe para la satánica Julia; ya que suponía que con esta simple maniobra me tendría bajo su control. Pero como buena villana que es, dio un paso más.
Como mencioné, ella había hecho un excelente trabajo de inteligencia; conocía rutinas, horarios, tendencias, gustos musicales y demas detalles de cada miembro de su imperio. Y bajo pretexto de ¨limpieza estomacal¨, se dedicó  a vomitar una mezcla de comida para gatos (solo come una marca la puta) en mi trayecto nocturno a la cocina. Bien sabía ella que duermo sin medias. El resultado se lo pueden imaginar.

Esta nueva estrategia melló mi confianza, pero nunca me preparó para la última etapa de su ¨guerra de desgaste¨... el sucio exhibionismo.
Es bien simple y bastante efectivo. Se hecha panza arriba, de preferencia cuando estoy comiendo, y procede a lamerse sus partes pudorosas, mirándome directamente a los ojos como diciendo: - Mira que sucia soy. Mira como me lamo mientras comes, huevonazo-.

Suena poco relevante dicho acto. Pero deben considerar que estas maniobras se han venido repitiendo desde hace ya varios años, y aunque aún me resisto, debo reconocer que gracias a los techeros genes paternos y la delicada apariencia heredada de su sangre azul, me viene venciendo batallas tras batalla.
No se dejen engañar... es maligna

3 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajaja

me has hecho mearme de la risa
el malo eres tu,es hermosa tu gata!!!!!!!

Anónimo dijo...

Linda

sol dijo...

Oye es preciosa en serio. Pero si tiene cara de mala hehe