Iluso él, perdió la fuente de su poder sobrehumano, la peluca. Dalila un día la cambió por un cartón de cigarros, y así llego a nuestras manos, previa coima de ley. Yo (aka El Tunche) y mi hermano gemelo de distinta madre y padre (aka El Minotauro), contamos con la pelucadesansón, la cual nos adjudica el poder y derecho divino de criticar, joder y pastrulear a quemarropa. Tú! ven y hazte acreedor de alguna mecha de la peluca, poder infinito de opinar y divagar libremente. NO LO LEASSSSS

5.10.10

Generación Atari

Hace 2 días jugué por primera vez en un Play Station 3. El juego elegido: Fifa Soccer 11. El referente más cercano que tenía de un juego de futbol de consola era el “Goal” de Nintendo. En ese juego tenias las flechas para desplazarte por el campo (adelante, atrás, derecha, izquierda) y 2 botones para patear la pelota o pasarla a otro jugador. Mi cerebro estaba calibrado con esos comandos. 4 flechas y 2 botones operados por mis 2 pulgares. Pero ahora la cosa es diferente. Me encuentro con un control “ergonómico” como si fuera el timón de una nave. En vez de flechas hay una especia de joystick para el pulgar izquierdo, 4 botones para el pulgar derecho, y por si fuera poco 4 botones más para ser operados por sendos pulgares. Toda esta información entró a mi cerebro como un rayo, y a mi 286 le tomó un tiempo procesarla. Mi primo, que es nativo, trataba de explicarme pausadamente para que servía cada botón, y yo hacía un gran esfuerzo para retener toda esa información, era casi como estar sentado dando un examen de ingreso a la universidad. Si a esto le sumamos que ya estaba bastante sorprendido por los alucinantes gráficos del juego que parecían casi como estar viendo un partido de futbol en televisión. La cantidad de opciones que te ofrece el juego es impresionante, los distintos equipos con sus jugadores reales, la formación del equipo, tácticas, cambios, camisetas, árbitros, los diversos estadios donde puedes jugar (los cuales son fieles a la realidad), poder escoger la pelota (desde la primera de cuero hasta la Jabulani), las camisetas (la principal más las de reserva), los comentaristas (inglés, castellano, francés), y un sinfín más de opciones, que para cuando íbamos a empezar a jugar ya me había olvidado para que servía cada botón. Con un poco de vergüenza tuve que convencer a mi primo para que me vuelva a explicar todo desde el principio. Con círculo la pasas y con cuadrado pateas, me decía. Yo flipaba. Ya le agarraré el truco jugando, pensaba yo. Así que comenzamos la “pichanga”. Obviamente yo jugaba con el Barza y todos sus titulares. Con un dedo trataba de mover a los jugadores y con el circulo trataba de circular la pelota (valga la redundancia). Al principio era muy difícil pero poco a poco fui agarrando ritmo. Mientras trataba de jugar me iba acordando de todas las indicaciones que mi primo me había repetido ya varias veces. El problema era que me acordaba de una y se me olvidaba otra, entonces apretaba un botón y soltaba otro botón haciendo un enredo total. Me sentía mismo el chavo del ocho aprendiendo a tocar guitarra con el profesor Jirafales. Después de un buen rato y algunos partidos a cuestas me doy con la sorpresa de que el control no tenía cable, era inalámbrico. Yo he estado acostumbrado toda mi vida a que el control este unido a la consola con un cable, y este era parte del movimiento que uno realizaba, pero en este caso todo era diferente, sin embargo mis movimientos eran como si tuviera cable. Algo así como el síndrome del miembro fantasma que sufren las personas amputadas, yo sufría el síndrome del cable fantasma, sentía que estaba allí pero en realidad no lo estaba. Otra cosa más a la que acostumbrarme. Ya mejor ni hablo de quela consola tiene Wi-Fi para conectarse con jugadores en otras partes del mundo (dentro de su propio social network) y así poder jugar partidos en línea con tus amigos sin necesidad de estar en la misma habitación. Todo esto fue realmente una experiencia digna de análisis de cualquier curso universitario de psicología en las nuevas tecnologías o algo por el estilo. Yo que nací con el Atari jugando Pong (el primer videojuego), quemándome las pestañas con Pacman, Don King Kong y Frogger. Usando un joystick con 1 puto botón. Luego crecí con un Nintendo que hasta el día de hoy conservo en perfectas condiciones. Cada vez que puedo o que la ocasión lo amerita, rememoro mi infancia echando unas pantallas de cualquier Mario (Dr. Mario es mi favorito), Tetriz, Zelda o Duck Hunt. Todo esto bastante obsoleto a lado de este vendito PS3 y su FIfa 2011, aunque la onda vintage del Nintendo y los recuerdos del pasado hacen que todavía sea vigente. De hecho pienso seguir practicando con el PS3 para lograr incorporar a mi cerebro los nuevos comandos y así no quedarme desactualizado como Enrique el antiguo. No sé si llegue a ser tan bueno como lo fui alguna vez en Dr. Mario o Pacman, pero si espero aunque sea poder llegar incorporar mecánicamente todos los nuevos comandos hasta que no tenga que pensar más y mi juego fluya alegremente. Lo que si tengo claro es que entre todas las vidas yo escojo la del pirata cojo, con pata de palo, con parche en el ojo y con cara de malo. Larga vida al Atari!

1 comentario:

El Tunche dijo...

jaja
Me consta la habilidad del Mino en vintage Nintendo.

Una tarde tuve el atrevimiento de retarlo a una candente partida de Dr Mario (mientras escribo esto se me vino la musiquita del mencionado juego) y no me quedó más que aceptar como fui vapuleado por las pildoritas del vintage Mino.